viernes, 30 de abril de 2010

APUNTES SOBRE LA HISTORIA


Me parece un hecho obvio que los jóvenes sufrimos esta mentira llamada clase media, y no nos satisface la actual sociedad. Y cuando digo los jovenes, me refiero a ese enorme contingente de la sociedad, a esa masa, supuestamente silenciosa, que padece: el paro, la precariedad laboral, la explotacion como mano de obra barata[1], la creciente militarización del mundo, las desigualdades sociales, las torturas de Estado, esos que gastan el 80% de su sueldo en pagar un piso[2], esos que viven en un ambiente cada vez más desnaturalizado y acelerado deliberadamente por los medios de comunicación, esos que estan cansados de oir como se rinden honores a policias y militares muertos mientras cada dia mueren trabajadores[3] sin que nadie les llore, excepto sus familias, asi un largo etcétera que terminare aquí por problemas de espacio. Algunos de nosotros, ya cansados de la desidia de esos que se hacen llamar adultos, nos preguntamos ante este océano de problemas ¿para qué sirve cursar los estudios de Historia?

Pues bien, el estudio de esta disciplina tiene numerosas de utilidades: conocer las bases sobre las que se asientan las leyes, comprender como se vértebra una sociedad, entender que el gasto militar a largo plazo es estéril, estar al corriente de como se forjan las costumbres, los nacionalismo, los fascismos, vislumbrar como funciona un estado, proteger el patrimonio arqueológico, o simplemente, poder asegurar que antes fue el taller que el trono; sintetizando, responde a las eternas preguntas ¿Qué somos? ¿De donde venimos? y ¿Hacia que nos dirigimos? Razón por la cual, rastreamos las raíces que nos permiten deducir, el significado o la relación, que tienen conceptos tales como humanidad, consciencia, libertad, vida, civilización, modernidad, etc., que son pilares maestros sobre los que se asienta la actual estructura organizativa de nuestra especie.

Por tanto, si queremos aspirar a transformar la sociedad, tendremos que comprender primero su arquitectura, o mejor dicho, su estructura; o como dijo un mítico materialista histórico[4], comprender que “la vida no se ve determinada por la consciencia (o intelecto), sino que es la consciencia la que se ve determinada por la vida”. Seguramente a esta altura del articulo habra quien se pregunte por el significado de esta frase, aunque si reflexionamos un poco nos resultara muy sencillo. Las ideas (al igual que todo lo que nos rodea) parten de una práctica material, es decir, de la experimentación en la práctica de diversos tipos de pensamientos. Es por ello, que no existen ideas positivas o negativas, tan solo ideogramas que se ajustan con mayor o menor fortuna a la situación de cada una de las realidades existentes. Pero, ¿de que me sirven a mí estas tesis como individuo que estudio Historia?

La realidad es que esto tiene una gran importancia, puesto que su significado es que cualquier individuo esta sujeto a la posibilidad de cambio, por lo tanto no existe un futuro predeterminado, y si cambiaran de actitud los suficientes, la sociedad, sea cual sea esta, puede dar un giro hacia un rumbo alternativo (tal vez mas igualitario). Sin embargo, no todo es tan sencillo y existen algunas trabas para este cambio; decia Gramsci, en sus cuadernos desde la cárcel, que el pueblo llano se ha visto y se ve sometido a una hegemonía ideológica ejercida por la élite de cada sociedad a lo largo de la Historia, a través de lo que él llamaba los “medios de adoctrinamiento” (medios de comunicación, escuelas, universidades, voceros, etc.), los cuales debian de ser contrarrestados pues eran elementos cuya principal mision era el inmovilismo social. Y parece que no se equivocaba mucho pues nunca ha habido tantos pobres, y nunca han estado mas dóciles.

Llegados a este punto, la pregunta que deberiamos hacernos es como se puede combatir a enemigos tan fuertes. Tal vez la respuesta sea mas sencilla de lo que pensamos, porque, una ideología (aunque sea la dominante) solo se puede cambiar creando otra ideología propia, generada de la organización de la sociedad y basada en la practica material que conforme una cultura popular (no necesariamente escrita), en la que la información no sea desvirtuada o distorsionada.

La Historia es, antes que nada, un instrumento legitimador; es una herramienta que permite interpretar la realidad y como tal depende de las experiencias del presente (tecnología, corrientes ideológicas a la deriva que imperen en cada época o momento, etc…) que moldean y distorsionan las interpretaciones. Por qué entonces algo tan maleable es tan importante, pues porque la Historia es la verbalización de la curiosidad, de la duda, del cuestionamiento, la no conformidad con la explicación oficial; porque la Historia es subversiva en su esencia, por que hace preguntas donde reinan los silencios. Porque crea conciencia critica mediante el análisis de experiencias pasadas, para intentar no repetir aquellas que están condenadas al fracaso, y plantea la necesidad de transformar el mundo ante las nuevas realidades que se le presentan al ingenio humano. Por qué entonces, una profesión tan importante para nuestro futuro, se ve hoy en día desprestigiada y sometida al mercado.

Tal vez, porque la universidad se basa en la formación de burócratas que legitimen el Estado, y estos defienden particularismos departamentales y una tendencia general hacia un individualismo exacerbado en el que lo más importante, son los méritos personales del historiador, más que la compresión de la realidad y su transformación. Si hacemos un breve repaso por la vida de la comunidad universitaria de la U.A.M. y por el sistema educativo en general, pronto seremos conscientes de la desmotivación existente entre los alumnos, traduciéndose esto en un aumento del absentismo, en el incremento del consumo de drogas, alcohol, etc., en resumen en una mayor conflictividad en las aulas.

¿Cuáles son los motivos? Es bastante obvio, por un lado los estudios superiores no garantizan lograr un trabajo de acuerdo con la supuesta calificación adquirida, y mucho menos de una justa remuneración. A lo cual debemos añadir que el alumno sabe que no tendrá opción a la propiedad o al alquiler de una vivienda que le de cierta independencia como individuo autónomo (a no ser que se haga dependiente del banco con hipotecas y créditos, imposibles con los salarios actuales); un maravilloso “Plan Bolonia”, otra gran idea europea emanada desde arriba e impuesta a los de abajo que no solo no responde a las necesidades de los estudiantes (porque no mejoran las instalaciones, ni tampoco los métodos pedagógicos), sino que además se les obliga a mantener horarios de estudio que impiden cualquier ejercicio digno de un oficio, condenándolos a puestos temporales y con una precariedad laboral que solo la conoce el becario que lo vive.

Si a esto le añadimos, debemos pagar unos novedosos y maravillosos masteres que lo único que ofrecen es una especialización tecnocratica (eso siempre que se quiera salir del mercado laboral nacional), una ofensiva contra las organizaciones estudiantiles, la persecución que sufren tanto a nivel policial[5] como a nivel administrativo[6], han dado lugar a una conclusión lógica. ¿Qué cual es? Pues el hecho de que el alumno se sienta desilusionado con el profesorado y la universidad. Porque, que alumno puede valorar a la comunidad educativa, cuando comprueba que esos valores democraticos de equidad que tantas bocas (y panzas), se desmoronan al comprobar que ni ellos mismo los cumplen. Pues prefieren perseguir a los alumnos por fumar en los pasillos, cuando tienen entre sus filas (vease la profesoras hijazo) personas con minusvalias y no luchan por quitar todas las barreras fisicas que hay en la facultad y que tambien afectan a numerosos alumnos que no pueden cursar sus estudios.

La hipocresía es una mala consejera, y pensar que porque los alumnos no participan en los organos oficiales de gobierno por que son conformistas y no se implican, no responde a la realidad universitaria. No obstante, siempre habrá quien mantenga la teoría de que el principal problema de la facultad son las fiestas, e intentarán desplazar a los estudiantes y a los jóvenes cada vez más fuera de la universidad con su flamante proyecto de fiestodromo. Pero pensandolo bien, creo que no seria necesario construirlo porque lo mejor que pueden hacer es tirar la universidad y construir un centro de cambio de conducta al mas puro estilo yanki; si, lo se, perderemos libertad pero por lo menos se ganara en honestidad entre el profesorado y el rectorado.

Lo cierto es que considero que como individuo mi vida es limitada y que no dispongo en muchas ocasiones de suficiente tiempo para vivir, y no creo ser el único, por lo que no estoy dispuesto a perderlo en banalidades egocéntricas y eurocentristas, pues las circunstancias hacen a las personas tanto como las personas hacen las circunstancias. El sentido de que las personas son fruto de la cultura y de las circunstancias olvida que son las personas las que hacen la cultura y cambian las circunstancias; y que hasta el mismo educador/a necesita que los eduquen ante los diferentes cambios que se le presentan en la vida.

Somos los marginados/as de la historia, los/las eternos/as perdedores/as según la historiografía tradicional (esa que se escribe con letra minúscula); pero aquí seguimos, creando conciencia y poniendo a cada cual en su sitio. Y no como forma de ejercicio intelectual sino como la firme aliada de la “actividad crítica práctica”, que nos indica que nuestro sistema económico y organizativo liberal, solo conduce a la desigualdad y a los privilegios. Porque este sistema se basa en el pago, lo cual elitiza la comunidad educativa a favor de los que pueden mantenerse de las rentas de su familia sin tener que trabajar. Y si los estudiantes nos equivocamos, ¿Por qué hemos de pagar por imprimir en la facultad? ¿Acaso es que todo el mundo puede pagar un ordenador en su casa? ¿Acaso no pagamos las tasas? o ¿a lo mejor, lo que no pagamos son los impuestos? o ¿no compramos libros? o ¿no hacemos fotocopias? o ¿puede que la universidad no tenga suficientes empresas privadas en su recinto? o mejor aún ¿es posible que no paguemos lo suficiente por los certificados que nos exigen? o ¿por el papel que justifica nuestro titulo? Y así un largo etcétera que podría llevarnos a mil paginas de agravios. Tal vez sea eso, o tal vez es que vivimos en la era de la mentira como afirmo José Saramago[7] en la salón de actos en la facultad de Filosofía y Letras, y todas esas limitaciones traten de condicionar nuestras perspectivas sobre la vida.

Sea como sea, lo cierto es señor rector, decano y demás departamentos, que no somos libros en blanco sobre los que se puede escribir sin más. No somos sujetos pasivos de la vida, somos humanos curiosos que tienen una utilidad social, LA DE EDUCAR, y eso queridos profesores (que no maestros) es lo que se os olvida cuando perseguís ideológicamente a los estudiantes tildándolos de vagos, fiesteros, sin mesura, maleducados, etc. una vez fuisteis oprimidos y ahora ejercéis de opresores.

Desde aquí hago un llamamiento a la movilización de las ideologías, al ingenio, al carnaval, a las instituciones del mal gobierno, a los anárquicos piratas, a los rebeldes campesinos/as, a los artesanos de las barricadas, a las mujeres guerreras, a los niños traviesos, a los/las náufragos/as del Sea-Venture, a los/las cimarones/as, a los/las pieles rojas, a los/las amotinados/as contra Esquilache, a los/las miembros de la tribu de los sioux oglagla, a los/las rebeldes de tupac amaru, a los/las músicos/as, a los/las saltimbanquis, a los actores de la calle, a la conciencia, al cambio, A LA CREATIVIDAD. ¡Los convoco a todos! para desbancar esta costra que se esta apoderando de nuestros cerebros… pensemos, pensemos más que ellos, critiquemos, cuestionemos, no dejemos que la cultura sea patrimonio suyo. Yo, tu, todos somos Historia y estamos hechos de Historia, y nadie, tiene más derecho a ser Historia que los de abajo que soportan el peso omnipotente de los de arriba. Soy lo que me dejan ser, pero puedo ser distinto y eso les asusta; desbordémosles, seamos la hidra que no pueden matar por muchas cabezas que corten. No somos pocos los/las descontentos/as, demostrémoselo. Como reza una frase que pronunció Sophie Shöll ante el tribunal nazi del pueblo el 21 de febrero de 1943[8], antes de ser guillotinada con 21 años:

“Después de todo, alguien tenía que empezar. Hay mucha gente que cree también en lo que dijimos y escribimos. Solamente que no se atreven a decirlo como lo hicimos nosotros”.

¡Sobrevivir es mi trabajo, soy Historiador e Historia, la honestidad y la solidaridad constituyen los pilares de mi método! Y no espero que nadie me haga una estatua por ello, porque no soy más que un asalariado de la cultura al que no le gustan las corbatas.



[1] Ver condiciones de trabajo de los becarios

[2] El mundo, Su vivienda, Madrid, nº 81,11/12/2007

[3] 336 Trabajadores fallecieron en España en su puesto de trabajo en los cinco primeros meses del 2007, según datos ofrecidos por CC.OO.

[4] K. Marx y F. Engels, The German ideology, Nueva York, 1974, p. 59 [ed. Cast.: La ideologia alemana, Grijalbo, Barcelona, 1970]

[5] La ley antibotellon a supuesto la criminalización de los jóvenes, al igual que lo hicieron las leyes de vagos y maleantes del s XVI-XVII.

[6] Las organizaciones estudiantiles tradicionalmente han sido autogestionadas mediante fiestas populares en la universidad y la normativa vigente a reducido su numero a 3 al año y ha forzado a que se realicen prácticamente fuera del campus en los alrededores de la facultad de informatica.

[7] Con estas palabras explico la realidad actual, en el programa de la RNE la noche mas larga el dia 15 de Marzo del 2007 en presencia del rector de la U.A.M.

[8] El 22 de febrero de 1943, ante la Corte del pueblo de Munich, tras un proceso relámpago, el juez Freisler pronunció una sentencia contra los hermanos Hans y Sophie Scholl junto a su amigo Christoph Probst (a la derecha, en la foto): estudiantes universitarios de 24, 21 y 23 años respectivamente. Fueron acusados de propaganda antinazista y condenados a muerte. En los días sucesivos fueron asesinados o encarcelados otros estudiantes bajo la misma acusación. «Fue el despiadado epílogo de la Rosa Blanca -explica Comunión y Liberacion-, un grupo de jóvenes que había osado desafiar a Hitler: en nueve meses habían escrito y distribuido seis octavillas contra el régimen» -exhortando al pueblo a que abrieran los ojos- en varias ciudades del sur de Alemania, empujados por la tiranía de aquél y por la experiencia directa de la guerra en el frente oriental.

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